EL ATALAYERO (TALAIDXERUE)

*Asier Romero Andonegi


Como os podéis imaginar, en una costa en la que los distintos puertos, o incluso los propios arrantzales de una misma localidad, se disputaban las capturas de ballenas y de otras especies de pesca, y competían por tratar de atraer la mayor cantidad posible de tráfico naval que discurría por nuestras costas, era fundamental contar con atalayas situadas en puntos estratégicos de la costa, que gozaran de amplia visibilidad y dieran noticia de la presencia de posibles capturas y de barcos que llegaban con mercancías. Al mismo tiempo, se debía evitar que los vecinos de los puertos más inmediatos accedieran a estas noticias. Así es como se hizo fundamental entre atalayeros y señeros el juego del ‘ver y no ser vistos’.


¿QUÉ OCURRIÓ EN BERMEO?
La existencia del atalayero está documentada desde las Ordenanzas de la Cofradía de Pescadores de 1350. Su función principal era la observación y la transmisión de noticias: presencia de posibles capturas (ballenas y bancos de pescado) o de barcos con amplio calado que debían de ser remolcados hasta puerto o estibados en la bahía, la existencia de peligros naturales como las famosas galernas, la cuantificación y control del tráfico naval de otros puertos rivales o la llegada de barcos piratas, militares, etc. La noticia la transmitía mediante señales de humo. A lo largo de la historia, estos puestos de atalaya se han localizado en diferentes puntos de la localidad: Bastarre, Tompoi, Tala, Izaro o Matxitxako.
Desde un punto de vista constructivo, en contraste con su importante función, las atalayas eran infraestructuras muy sencillas, buscando para su emplazamiento puntos destacados del paisaje para hacer esa función de observatorio (pequeñas torres, fortificaciones, ermitas...). En todo caso, para poder realizar su labor debían contar en la atalaya en la que se ubicaban, con una caseta o torre para resguardarse y con los medios necesarios para poder encender las hogueras.

LA ATALAYA DE MATXITXAKO
Antes de la construcción del Faro de Matxitxako en 1852, ya sabemos de la existencia de una torre en la parte inferior del cabo, por una referencia ilustrada de una torre que nos da un derrotero francés de 1632. Sin duda esta pequeña fortificación podría ser el edificio dónde se alojase el atalayero para realizar sus funciones. No será hasta el siglo XIX, en terrenos regalados por Ramón de la Sota en la parte alta del cabo Matxitxako (en frente de la actual planta de Gas), y con las obras de la edificación costeadas por la Cofradía de Pescadores y la Diputación Foral, cuando se erigió un edificio para que sirviera de atalaya. El edificio cuenta con un imponente observatorio de planta circular, construido en hormigón armado. Esta estructura constituye probablemente la antigua torre de la atalaya dados los paralelos encontrados en otros puertos vascos. La privilegiada posición sobre el cabo Matxitxako permite la observación del tráfico naval destinado a los puertos del País Vasco, así como a los puertos, más orientales de Cantabria.

LOS ATALAYEROS
Hasta la llegada del siglo XX no tenemos datos concretos relativos a los atalayeros. Así, y durante la primera mitad del siglo XX uno de los atalayeros más famosos fue PAULINO ZABALETA. Era muy hábil y con gran fama por su diligencia, su función era avisar por medio de ‘fogatas’ utilizando las cuatro chimeneas con las que contaba el edificio la llegada del mal tiempo. Después de Paulino han llegado también otros talayeros como JESÚS ELGEZAGAL, AGUSTÍN LANDA o NICOLÁS OLONDO. En la segunda mitad del siglo XX con la modernización de los medios de comunicación, por medio de la radio y del teléfono, su función fue primordial: fijando rumbos y ayudando a llegar a puerto a las embarcaciones, avisando de la carga de pesca que traían las embarcaciones, o tranquilizando a las mujeres de los arrantzales de cualquier contratiempo en alta mar. ¡Qué gran trabajo!

Fotos: (1) Paulino Zabaleta, atalayero; (2) Edificio del atalayero en Matxitxako

Fuente: Los ojos del mar. Euskal Herriko Talaiak eta Seinero-postuak. Atalayas y señeros del País Vasco. En la revista Bermeo (1981) también tenéis un interesante artículo de Josu Erkoreka sobre el origen históricos de las atalayas.

*Si os ha gustado pues ya sabéis a compartir ..., y entre todas y todos difundimos la historia de nuestro Bermeo.

(Tiempo de lectura: 2’17’’)







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