EL TESORO DESCONOCIDO DE MUNDAKA

Hay historias desconocidas de nuestro pequeño país que sorprenden por su transcendencia y por la poca repercusión que han tenido. En concreto, me refiero a la historia del naufragio del galeón San Bartolomé, ocurrida en 1597 en la Barra de Mundaka. Una historia espectacular y poco conocida que originó la aparición de monedas de plata en la playa de Laida y a lo largo de varias décadas. Tenéis curiosidad, ¿verdad? Dentro video...

La armada de 1597 o la Tercera Armada 'Invencible'
El San Bartolomé fue un galeón de 900 toneladas construido en Deusto, en la ría de Bilbao, por el constructor Agustín de Ojeda en 1589. Este galeón formaba parte de una serie de doce unidades construidas por orden de Felipe II para paliar las pérdidas de la desastrosa expedición de la Gran Armada 'Invencible' de 1588. Estas doce unidades se conocen con el apelativo de los 'Doce Apóstoles', ya que fueron bautizadas con los nombres de los discípulos de Jesucristo. El San Bartolomé se botó el 21 de noviembre de 1589, tenía casi 40 metros de eslora, tres cubiertas con una amplia plaza de armas, escotillas y escotillones con rejas de hierro encima de los casi 30 cañones de bronce y hierro para facilitar la salida del humo de la artillería. La historia de esta tercera armada comienza el 18 de octubre de 1597 cuando 108 navíos entre los que se encontraban, los galeones San Bartolomé, San Pablo y San Pedro, junto con el galeón particular Santiago de Galicia, parten de los puertos de La Coruña y Ferrol con destino a Inglaterra con el objetivo de tomar Falmouth y destruir la flota inglesa a su regreso a las Azores. Sin embargo, una fuerte tormenta dispersó la armada cuando se encontraba a tan solo 27 leguas de la costa inglesa. La mayoría de los buques pudieron regresar a los puertos de La Coruña y Ferrol durante los días siguientes, perdiéndose tan solo algunas unidades, entre ellas el galeón San Bartolomé, que naufragó trágicamente después de un accidentado viaje de regreso.


El misterioso naufragio del San Bartolomé 
El lugar del naufragio se ha situado históricamente en tres diferentes ubicaciones: 1) En las Islas Sordinas en Inglaterra; 2) En la ría de Viveiro en Galicia; y 3) En la barra de Mundaka. Las dos primeras localizaciones se deben a la presencia de diferentes restos de pecios o a una carta escrita de Felipe II, en la que lamentaba la pérdida del galeón en la ría de Viveiro. Ahora bien, gracias a la investigación realizada por José Luis Casabán, investigador del Institute of Nautical Archaeology de Texas (INA), con el hallazgo de una serie de documentos inéditos conservados en el Archivo General de Simancas se ha resuelto la incógnita del hundimiento, adjudicando con seguridad el punto del hundimiento en la barra de Mundaka. Estos documentos describen perfectamente lo acontecido en noviembre de 1597. Para ello, las descripciones realizadas por Pantaleón González, piloto de la San Bartolomé, o por Pedro de Guevara, capitán de Infantería embarcado en el San Bartolomé, resultaron esclarecedores. El San Bartolomé quiso acceder al puerto del Ferrol pero unos árboles a la deriva se lo impidieron, finalmente logró fondear en la ría de Viveiro la primera semana de noviembre. Desde allí el capitán Pedro de Guevara pide permiso para desembarcar la importante cantidad de dinero que transportaba, unos 50.000 ducados (unos 10.000.000 de euros). A la espera de la contestación del adelantado, un fuerte vendaval rompió los cables de las cuatro anclas del galeón arrastrándolo a mar abierto. El galeón pareció desvanecerse hasta que, cuatro días más tarde, el proveedor de Vizcaya, Baltasar de Lezama, envió una carta al rey informándole del naufragio del San Bartolomé en Mundaka.

Informe del naufragio
La trágica historia de lo acontecido en la barra de Mundaka se la debemos a Martín de Vaquera, alcalde de Bermeo, que en una carta lo describe todo y en primera persona, ya que intentó auxiliarlo y fue testigo del desastre. Según su testimonio, un galeón sin velas apareció frente al cabo Matxitxako el 13 de noviembre de 1597, a las 14:00 horas, y comenzó a disparar sus cañones pidiendo auxilio. Vaquera salió inmediatamente del puerto de Bermeo con varias pinazas para socorrerlo, pero el oleaje impidió cualquier intento de rescate y la nave siguió navegando hasta encallar en la barra de Mundaka, frente a la iglesia del pueblo. En ese momento, Vaquera se dirigió por tierra con más de 100 marineros y solicitó ayuda a oficiales, empleados públicos y habitantes de Mundaka para salir a la mar con varias pinazas para tratar de rescatar a los tripulantes que se lanzaban al mar desde el galeón. Sin embargo, solo una pinaza siguió sus órdenes, recuperando entre 30 y 40 soldados y marineros. En opinión del alcalde de Bermeo, si dos o tres pinazas más hubieran obedecido sus órdenes, se podrían haber rescatado otras 100 personas. Por ello recomendó que se castigara a aquellos que le habían desobedecido. Sí, el informe del alcalde es duro, pero también tened en cuenta que había mucho en juego, muchas vidas perdidas y una importante cantidad económica del monarca desaparecida.

Salvamento de los restos
La mañana del 15 de noviembre cerca de 300 cuerpos sin vida aparecieron en los arenales y rocas aledañas de Mundaka, que fueron enterrados en las horas inmediatas por orden del teniente general del corregidor. Finalmente, solo sobrevivieron 40 de las más de 400 personas que iban a bordo del San Bartolomé. ¡Un auténtico desastre! Es posible que éste sea el desastre marítimo más trágico de la historia del País Vasco con 360 fallecidos, más del doble de los producidos por la galernas de 1878 o la de 1912. A partir de ese momento, comenzó un proceso de investigación y rescate de los restos del naufragio liderado por Baltasar de Lezama. Lógicamente, el dinero del rey que transportaba el galeón era uno de los principales objetivos. No se sabe la cantidad exacta que transportaba el navío, ya que los oficiales a su cargo habían perecido ahogados. Además, la caja de tres cerraduras y cuatro barras de hierro que contenía el dinero del rey se recuperó en la orilla, vacía y sin tapa. Presentaba un gran impacto en uno de sus lados, causado probablemente al caerle encima uno de los cañones. Además, las pesquisas realizadas por el teniente general del corregidor no consiguieron averiguar nada más acerca del paradero de la hacienda del rey. Otros enseres sí se recuperaron como cables, mástiles, algunas piezas de artillería, clavazón de hierro, cordaje, tablazón, etc. Sin embargo, la ubicación del naufragio en medio de la barra, como sabemos una zona muy expuesta al fuerte oleaje, dificultaba los trabajos de recuperación de los restos del galeón. Baltasar de Lezama le envía al monarca en enero de 1598 una relación de los objetos salvados del naufragio, en esta relación llama la atención los puntos geográficos que cita y en los que aparecieron diseminados: Barra de Mundaka, Laida, Kanala, Portuondo. 

¿Fue la población de Bermeo y Mundaka insolidaria?
El informe que realizó Martín de Vaquera, alcalde Bermeo, o el redactado por el proveedor de Vizcaya, Baltasar de Lezama, fueron muy explícitos narrando lo acontecido, recomendando al monarca incluso el castigo de todas las personas que habían desobedecido las órdenes para acudir al rescate de los naúfragos. Ahora bien, hay una importante circunstancia que sí me gustaría aportar. Me refiero al importante brote de peste que se produjo entre 1597 y 1598 en diferentes poblaciones de Gipuzkoa y Bizkaia, y que lógicamente llevó a los concejos locales a tomar medidas profilácticas con el objetivo de protegerse ante los contagios. Entre estas medidas las más comunes fueron el aislamiento local y la prohibición de entrada y alojamiento de personas ajenas a la localidad. Con este panorama, os podéis imaginar el miedo y temor de la población local a recibir un importante contingente de marineros sin ni siquiera saber cuál era su procedencia. Por tanto, a los informes escritos que nos han llegado, entiendo que habría que sumar también este condicionante sanitario que sin duda tuvo que tener su importancia. 

Aparición de Reales de ocho en Laida
La importante suma de dinero que llevaba el galeón se justifica por la intención del monarca hispano Felipe II de invadir Gran Bretaña y por ello este dinero era necesario para pagar a las tropas, compra de provisiones, pago de voluntades, etc. A lo largo de las últimas décadas diversos testimonios recogen la aparición de monedas de oro y plata en la playa de Laida (Ibarrangelu). Estas monedas se corresponden con Reales de a ocho acuñados en 1597 bajo el reinado de Felipe II. La coincidencia de la fecha de acuñación con el naufragio del galeón San Bartolomé en la barra de Mundaka nos lleva a suponer que se trata de parte de los restos del caudal que transportaba el navío en el momento de su hundimiento. Como podéis ver en las imágenes de la moneda aparece claramente en la leyenda el nombre del rey y el año de acuñación. El Real de a ocho era una moneda de plata que empezó a circular a finales del siglo XV y que con los siglos se extendió por medio mundo. De esta trágica forma termina el periplo de la plata que había arrancado en las minas del cerro de Potosí (actual Bolivia) para terminar en la barra de Mundaka. En circunstancias normales de la época, el destino de esas monedas habría sido Flandes o Inglaterra, para terminar troceadas o fundidas en China, ya que esas monedas, debido a su gran valor, no eran de uso habitual entre el pueblo llano, sino que se utilizaban como mercancía o como medio de pago en el comercio al por mayor de larga distancia o de lujo, pero su viaje se vio truncado en este rincón de nuestra costa.

Diferentes testimonios comentan que en bajamares importantes se puede observar en la zona de la barra de Mundaka que va hacia Laida, una importante pieza de quilla. ¿Estaríamos ante el pecio del San Bartolomé o ante pecio de otros naufragios sucedidos en esta playa y cercanías? En el 2018 se llevó a cabo una prospección marítima con magnetómetro y se detectaron 19 anomalías magnéticas de las cuales se investigaron visualmente y con detector de metales 9 de ellas. Por ahora, y sin realizar ningún trabajo de intervención en el lecho marino, no se puede descartar que algunas de estas anomalías correspondan a nuestro San Bartolomé. Ahora no os pongáis como locos con detectores de metales... Yo no lo haría ya que igual os jugáis una importante multa económica. Os he contado un suceso ocurrido hace cinco siglos y lo que pueda quedar hoy en día seguro que es ínfimo. Además, tened en cuenta que los habitantes de la zona estaban muy acostumbrados a los naufragios dadas las condiciones marítimas y desguazaban un navío en horas. Hay abundantes testimonio escritos que certifican lo que os cuento.

 

Fuentes utilizadas: Sin duda, el estudio realizado por José Luis Casabán, también podéis escuchar esta entrevista que ofrece Casabán. Sobre los reales de a ocho tenéis el estudio de Zallo-Gómez. Un estudio interesante sobre la importancia de la peste en estas fechas lo tenéis en el estudio de Cruz Mundet. Las fotografías proceden de Google y de los estudios que os acabo de señalar.

Agradecimientos: a Rober Garay por ser generoso al compartir sus descubrimientos 

Tiempo de lectura: 4' 18''

Tiempo de elaboración de la píldora: unas cinco horas.



Maqueta de un galeón del siglo XVI

Emplazamiento de Falmouth al sur de Inglaterra

Carta náutica de los puertos de Bermeo y Mundaka

Barra de Mundaka

Reverso de un Real de a ocho localizado en Laida

Anverso de un Real de a ocho localizado en Laida




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