EL MISTERIO DE LA TABLA FLAMENCA DE IZARO

En la reciente exposición que se ha organizado sobre el patrimonio artístico que había en el convento de los franciscanos de la isla de Izaro, hay dos piezas que me han llamado la atención: la cruz procesional plateresca de madera del siglo XVI y la tabla flamenca de la Virgen y el niño, también del siglo XVI. Esta última obra me cautiva por su calidad y me ha llevado en los últimos meses a realizar una pequeña investigación, pues hay tres aspectos que me intrigan: su autoría, su donación y el misterioso texto del libro.  

Un poco de historia 

Bajo los reinados de Carlos I o Felipe II se produce un verdadero mercado de cuadros flamencos que burgueses mercadores y comerciantes llevan a cabo a través del puerto de Bilbao y la feria de Medina del Campo. Sin duda, esto explica la gran cantidad de obras flamencas en templos religiosos, museos y colecciones privadas del País Vasco; todo ello corroborado por la ingente cantidad de cuadros flamencos existentes en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. 

 

Pero, centrándonos en nuestro cuadro de Izaro, la primera referencia sobre la obra nos la brinda el bermeotarra Yradi en 1844 cuando afirma que: 

 

“Lo único que se conserva de aquel convento (el de Izaro) es un cuadro de la Virgen con su niño pintado en tabla por Metsis conocido por el herrador de Amberes que murió en mil quinientos veinte y nueve cuyo cuadro fue regalado al convento de Izaro por un personaje, de allí se trasladó al de Forua cuando su abandono y de este último hace poco al museo de antigüedades de Vizcaya establecido en Bilbao en el que se halla actualmente”. 

 

En términos parecidos se expresa Madoz en 1845: 

 

“Llevaron los religiosos entre otras cosas, al tiempo de la traslación (a Forua), un cuadro pintado en tabla, de la escuela flamenca, que representaba la Virgen y el Niño, y debe de ser de Metys, denominado el Herrador de Amberes”. 

 

Explicación artística: dudas sobre la autoría de la obra

Se trata de un óleo sobre tabla (45 × 74 cm) con las principales características de la escuela flamenca de la primera mitad del siglo XVI. El nombre de la tabla, La Virgen y el Niño, se debe a la sola presencia de estas dos personas en el cuadro. Destacan los colores fuertes de la tabla: rojo, negro, blanco y dorado. La Virgen asume el protagonismo con la cabeza levemente inclinada, mirada ensoñadora hacia el niño, con su aureola radial dorada, pelo suelto sobre la túnica roja y sujetando con su mano derecha el libro que ojea el niño. El niño no parece estático, tuerce el cuerpo ligeramente hacia el libro. 

 

Yradi ya nos señala que la obra pertenece a Quinten Massys, y a partir de aquí otros autores, como Madoz o Larrinaga, han repetido esta atribución. Pero ¿quién era Quinten Massys? Este artista nació en Lovaina en 1466 y murió en Amberes en 1530. Fue uno de los pintores más importantes de la escuela holandesa. En 1491 ingresó en el gremio de pintores de San Lucas de Amberes. Realizó innumerables retablos tanto para gremios locales como para cofradías y exportó retablos tanto para reyes como para comerciantes en Portugal, España y Alemania. Fue retratista de eruditos y prósperos burgueses, al tiempo que uno de los primeros pintores relevantes sobre temas seculares. Su calidad artística la heredaron dos hijos de su segundo matrimonio: Jan y Cornelis. 

 

Aunque estas referencias bibliográficas nos invitan a adjudicar la obra a Massys, los estudios relacionados con la pintura flamenca en general, y en la obra de Massys en particular, no aluden en absoluto a esta atribución pictórica de nuestro cuadro de Izaro. He leído con atención las principales monografías que analizan la obra de Massys, como la de Larry Silver o la de Max J. Friedländer, y tampoco nos aportan luz al respecto. Según el catálogo razonado que nos presenta Silver, Quentin Massys pintó diversos cuadros centrados en la Virgen y el niño, expuestos en diferentes museos o colecciones privadas: National Gallery de Londres, Musées Royaux del Beaux-Arts de Bruselas, Colección Seilern de Londres, Museo de Beaux-Arts de Lyon, Museo Berlin-Dahlem o Boymans-van Beuningen de Róterdam, entre otros. 

 

Izaro: El misterio de la tabla flamenca 

La falta de referencias sobre esta supuesta atribución del cuadro a Massys me ha llevado a preguntar a diferentes especialistas en pintura flamenca: Larry Silver, profesor emérito de la Universidad de Pennsylvania y autor de la principal monografía sobre Massys; Ana Dieguez, autora de una tesis inédita sobre pintura flamenca en la Cornisa Cantábrica; Didier Martens, profesor de la Université Libre de Bruxelles; Bart Fransen, director del Instituto de Primitivos Flamencos del IRPA, o Till-Holger Borchert, director de Suermont-Ludwig Museum de Aachen (Aquisgran). La mayoría me han respondido en los mismos términos, esto es, negando rotundamente la autoría de Quinten Massys, aunque probablemente atribuyéndolo a algún seguidor anónimo cercano al taller de Massys que copiaba la obra de Massys. Hay que tener en cuenta que la copia más o menos fiel de los temas de los maestros era muy habitual por parte de artistas secundarios, lo cual no facilita la identificación de la autoría. Con todo, Larry Silver me comenta que uno de los dos cuadros originales de la Virgen y el Niño de Massys que exhibe el Musées Royaux del Beaux-Arts de Bruselas sería el cuadro en el que se basaría nuestra copia anónima. 

 

Isabel de Valois: ¿la supuesta donante? 

En otras píldoras relacionadas con Izaro ya os he descrito la importancia, fama y devoción que llegó a tener este pequeño convento no solo en nuestro territorio, sino también entre la monarquía castellana y en la propia curia romana. En este contexto, se entienden las diferentes donaciones que ha recibido este templo a lo largo de su historia. Así, el padre Larrinaga ya nos señala diferentes limosnas anuales que realizaron monarcas y miembros de la realeza durante el siglo XVI, entre los cuales destacan Felipe II, Isabel de Valois, Felipe III o Juan de Austria. Pero es nuevamente Madoz quien nos aporta el dato de esta supuesta donación del cuadro por parte de Isabel de Valois junto con un encargo anual de 200 misas. Este dato se ha ido reflejando en otras crónicas y descripciones históricas sobre el convento de nuestra isla. A este respeto, me parece relevante la aportación del franciscano Larrinaga por la calidad de sus trabajos y por su acceso a las fuentes documentales de la orden. Así, este autor vuelve a señalar a Isabel de Valois como donante del cuadro. 

 

Si empezamos a unir cabos, una primera deducción es que la realización del cuadro y su donación no son coetáneas, ya que los especialistas consultados nos sitúan la obra en el primer tercio del siglo XVI e Isabel de Valois fue reina entre 1559 y 1568. Con todo, y si el regalo lo hizo esta monarca, es muy probable que formase parte de su colección particular. Además, tened en cuenta que Isabel de Valois era hija de Catalina de Médici y Enrique II de Francia, y que desde su llegada a la corte castellana tuvo como fiel e inseparable amiga a Sofonisba Angissola, una de las más sobresalientes pintoras del Renacimiento, por lo que el contacto de esta reina con la ola renacentista que reinaba en Europa era muy estrecho. 

 

Ahora bien, ¿hizo Isabel de Valois la donación de este cuadro? Analizando dos de las principales monografías que analizan la figura de Isabel, que detallan pormenorizadamente sus bienes inventariados o los gastos de la casa de la reina presentes en el fondo AGS, Casas y Sitios Reales, podemos decir que no hay ni una sola referencia en torno a esta donación. Con todo, estas mismas monografías hacen hincapié en la especial devoción que sentía la reina por los franciscanos menores, e incluso en su testamento solicitó que la amortajaran con el hábito franciscano. Por otra parte, se ha de señalar que nunca estuvo ni en Bermeo ni en territorio vizcaíno, aunque sí cerca, como en Baiona o en Pamplona, por ejemplo. En cualquier caso, y atendiendo a su cariño por la orden, es verosímil que le llegasen noticias de este pequeño convento en Izaro y realizase esta supuesta donación pictórica. Además, hay que pensar también en la opción de que dicho cuadro fuese donado por Felipe II, marido de Isabel de Valois, que fue un gran mecenas del arte y que regaló numerosas obras pictóricas a lo largo de su reinado, tal y como se puede observar en los diferentes inventarios sobre el patrimonio de este monarca. 

 

Actualmente, ¿dónde está el cuadro? 

El bermeotarra Zabala y Otzamiz-Tremoya y el padre Larrinaga nos explican muy bien su devenir. Tras el traslado de los franciscanos a Forua, el cuadro permaneció en este convento. Con la exclaustración napoleónica la obra fue sustraída por las tropas francesas, pero se pudo recuperar posteriormente en la frontera francesa. En 1867 fue llevado por Antonio de Trueba como delegado del señorío de Vizcaya a la Exposición Universal de París. Otras dos notas sobre su recorrido nos las proporciona Erkoreka: 1) en 1925 estaba en el Museo de Pinturas de Bilbao, y 2) en 1931 el cuadro fue restaurado a cargo del bilbaíno Antonio Plasencia Bohígas, fundador de la Bolsa de Bilbao y reputado coleccionista de arte, y acto seguido fue expuesta en la Santa y Real Casa de Misericordia de Bilbao, el lugar que ocupa hoy en día. 

 

El misterioso texto 

La figura de la Virgen leyendo es una tipología muy popular en la iconografía cristiana, en la cual María está representada mientras enseña a leer al Niño. La aparición de esta temática se produjo dentro del movimiento de la pintura renacentista en el siglo XV, en íntima relación con el surgimiento de la cultura humanista de la mujer. Nuestro cuadro sigue esta temática, tal y como se puede observar en otros cuadros similares de la Virgen y el Niño de la escuela de Ambe- res. Lógicamente, estos volúmenes eran biblias, devocionarios o libros de horas, y la mayor parte de los textos legibles corresponden a fragmentos de escritos sagrados. 

 

En cuanto al misterioso texto que aparece en el libro de nuestro cuadro, he consultado con dos de los mejores especialistas en filología clásica del Estado: Miguel Herrero de Jáuregui e Isabel Velázquez Soriano, catedrático de Filolo- gía Griega y catedrática de Epigrafía Latina, respectivamente, de la Universidad Complutense de Madrid. Los dos me confirman que el texto es griego o pseu- dogriego y comentan que, si bien son capaces de leer algunos caracteres, como chi o gamma, la pobre calidad que presenta esta zona del documento les impide realizar una lectura más amplia. Con todo, me dicen también que posiblemente se trate de una conocida cita del Génesis tomada de la versión griega, e incluso se aventuran a darme una posible lectura en griego moderno: ἐν ἀρχῇ ἦν ὁ λόγος traducido como ‘En el principio fue el Verbo/Palabra’. 

 

Resumiendo, tras haber realizado durante algunas semanas una amplia revisión de la bibliografía sobre todo lo relacionado con este cuadro y su donante real, puedo señalar que no he localizado ni un solo dato documental entre los especialistas que han estudiado la obra de Massys y la figura de Isabel de Valois que atribuya el cuadro de la Virgen y el Niño a Quinten Massys o que apunte a que se trate de una donación de la reina Isabel de Valois. En todo caso, es necesario seguir analizando la ingente cantidad de datos sobre este periodo que alberga el Archivo General de Simancas si aspiramos a descubrir la identidad del donante. Es, asimismo, preciso poder contar con una muestra del soporte y la policromía de la tabla, con el objeto de realizar un análisis técnico que certifique si la obra es flamenca, como suponemos, procedente del taller de Messys, o bien ajeno a este, o de algún seguidor castellano, una idea tampoco descartable. En fin, muchas preguntas y solo algunas con respuesta, que aclaran un poco la historia de esta obra excepcional. 

 

 

Fuentes utilizadas: Armendariz, X., Erkoreka, A. (2022); Bereiro, I. (2003); Erkoreka, A. (1997); Friedländer, M. J., Pauwels, H. (1971); González de Amezua y Mayo, A. (1949); Yradi, J. A. (1844); Larrinaga, J. R. (1951); Ma- doz, P. (1846-1850); Rodríguez Salgado, M. J. (2003); Silver, L. (1984). 

 

Agradecimientos: a Jesús Ponce, Jesús Muñíz, Miguel Herrero de Jáuregui, Isabel Velázquez, Larry Silver, Ana Dieguez, Didier Martens, Bart Fransen y a Till-Holguer Borchert. Las fotos proceden del libro de Yradi y de mi cámara. 


Tiempo de lectura: 3' 56''

Tiempo de elaboración de la píldora: unas veinte horas.

 

Cuadro de la Virgen y el Niño

Fragmento del cuadro en el que aparece el misterioso texto


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