EL MISTERIO DE LA TUMBA SIN NOMBRE DE SANTA EUFEMIA

Me imagino que muchos de vosotros y vosotras cuando habéis entrado a la iglesia de Santa Eufemia, os habréis fijado que en su lateral izquierdo hay una pequeña joya artística. Me refiero a un sepulcro con una estatua yacente en su parte superior. Sin duda, este monumento es una de las mayores riquezas artísticas de Bermeo. 

¿Qué nos dice la historia?

Tradicionalmente se le ha atribuido este mausoleo a la familia de los Mendoza de Arteaga, y más concretamente al cardenal Diego Hurtado de Mendoza, incluso le dedicamos una calle a finales del XIX, que es la 'Mokoneko aldatza' que desde Arostegi baja por el Txiriboga hasta la Lamera. ¡Pues NO! En este sepulcro no está este cardenal. La familia de los Mendoza (que no los Mendoza Arteaga) a lo largo de la historia ha tenido dos cardenales, Pedro González de Mendoza y Diego Hurtado de Mendoza; y ambos ni nacieron y murieron en nuestra localidad. Además, los dos cuentan con bellos sepulcros. Pedro González de Mendoza está enterrado en la Catedral de Toledo y Diego Hurtado de Mendoza está en un espléndido mausoleo de mármol de la Catedral de Sevilla. Os dejo los enlaces. 

Entonces ¿quién está en esta tumba? ¿de quién es este sepulcro? En origen este sepulcro no estaba donde actualmente lo veis, sino en un lugar más importante y destacado, al pie del presbiterio entre el púlpito y el altar de Santa Bárbara. Más sencillo, mirando de frente, a la izquierda de la mesa desde dónde oficia la misa el cura; pero tras la importante reforma que sufrió la iglesia en la segunda mitad del siglo XVIII fue trasladado al sitio actual (en concreto en 1783, mediante el convenio entre el ayuntamiento y José Ventura de Mendoza y Arteaga). Y lo más importante, este sepulcro pertenecía a una de las principales familias de Bermeo, los Arostegi. La casa torre principal de esta familia se encontraba a pocos metros del pórtico de la Iglesia de Santa Eufemia, y las crónicas la describen como la más lujosa de las que había en la villa, contando además con un pequeño pasadizo que comunicaba dicha torre con la iglesia, ya que a esta familia le correspondía el patronato del altar y capilla de Santa Bárbara, una de las más importantes del templo. Algunos de los bienes de esta familia los tengo documentados desde el siglo XIV. Desgraciadamente, el incendio de la noche de Santa Lucia de 1504 que arrasó la mayor parte de Bermeo, se llevó también por delante esta maravillosa casa-torre. Tuvo que ser increíble observar ese pasadizo que unía la casa-torre con la iglesia en su parte delantera, y que nos puede llevar a ejemplos similares como en el Barrio Gótico de Barcelona. En la restauración de esta iglesia de comienzos de este siglo, se le retiró el pórtico delantero y aparecieron indicios en la parte interior de la fachada delantera, que hacen sospechar que es por donde se accedía desde la Torre de Arostegi.

La historia nos lleva hasta mediados del siglo XVIII (1745), cuando Julián de Arostegi y Urza se vinculó a la familia de los Mendoza de Arteaga, y este sepulcro pasó de la familia Arostegi a la de Mendoza. Y a partir de esta fecha y la vinculación a la familia Mendoza pudo llevar probablemente a esta confusión. Además, os recuerdo que al cardenal Mendoza al que se le atribuye el sepulcro fue un importante personaje de la nobleza castellana del siglo XV, y en esta época todavía el sepulcro era propiedad de los Arostegi. Algunos de los historiadores y eruditos bermeanos ya señalan esta confusión, atribuyendo este sepulcro a la familia de los Arostegi. Pero entonces, ¿por qué se sigue pensando que este mausoleo pertenece al cardenal Mendoza?. Probablemente se deba a tres razones: 1) El cambio de propiedad del sepulcro en el siglo XVIII a favor de los Mendoza Arteaga pudo llevar a pensar que la estatua yacente aludía a alguien de esta familia; 2) Eugenia de Montijo, descendiente del linaje Arteaga, se casó con Napoleón III, y a su único hijo, el príncipe Eugenio, las Juntas Generales de Bizkaia, reunidas en Gernika un 16 de julio de 1856, le declararon 'vizcaíno originario' porque su madre procedía, por línea generacional, de las torres de Arteaga y Montalván, en el señorío de Vizcaya. Cuando los monarcas se enteraron de este nombramiento, decidieron corresponder con la construcción del Castillo de Arteaga. Además, tuvieron bastantes propiedades a lo largo de todo el territorio vizcaíno. Lógicamente, la importancia de estos hechos y la indudable tendencia francesa en esta época, pudieron llevar también a fabular en la localidad que este cardenal yacía en el sepulcro; y 3) A finales del siglo XIX, se le cambió el nombre a la calle de Cestería por el de Cardenal Hurtado de Mendoza. Sin duda, alguien con poder local pensó que tendría más impacto poner a esta calle el nombre del supuesto cardenal que continuar con el de Cestería. Una verdadera pena, ya que el nombre de estas calles tomaban el nombre de los negocios que eran muy abundantes en la zona. 

Si os acercáis al sepulcro os lo describo ...

Desde un punto de vista artístico, en el sepulcro es una composición de diferentes épocas: 

1) El arco sobre el que se encontraban los alabastros ingleses y que si os fijáis tiene unas dimensiones más pequeñas, no coincidiendo con la anchura del frente del sepulcro. Este arco es tardogótico de finales del XV o principios del XVI. Lo más destacado está en su parte central, que tiene un pequeño escudo deteriorado que corresponde a la casa de los Arostegi. Este escudo consta de 7 grupos, tres en línea de arriba a abajo, y cuatro, en la parte central y en la parte inferior del blasón; cada uno de los siete grupos se compone de tres piezas de granada, la fruta de color granado y unidas entre si. Sin duda, armas de los Arostegi. Cuando se trasladó este sepulcro a la nueva ubicación actual en el siglo XVIII, se añadieron, sin mucho acierto, sobre la orla del sepulcro tres tallas inglesas de alabastro (San Miguel, San Jorge y el Juicio Final) que no tienen nada que ver con la sepultura. En otra píldora, ya os describiré estas interesantes tallas inglesas del siglo XV (San Miguel, San Jorge, el Juicio Final y el Calvario), sin duda otras de las joyas artísticas que presenta esta histórica iglesia juradera.

2) La figura yacente que aparece con las manos recogidas sobre el pecho leyendo un libro y cubierta la cabeza con un simple gorro 'solideo' o bonete de los usados hacia el pontificado de Sixto IV (1414-1484). El cuerpo está revestido de casulla gótica con capa y estola. A sus pies aparece un paje sosteniendo un escudo cuyas armas no se esculpieron o han sido borrados. En la parte central nos encontramos con unas llaves entrelazadas en 'sotuer', símbolo de autoridad. Os doy otro detalle importante. Si hubiese sido un cardenal llevaría el clásico capelo que distinguiría a la efigie como tal cardenal. Podéis ver este típico 'gorro cardenalicio' en los enlaces de los dos sepulcros de los Mendoza que os he indicado anteriormente. Además, creedme si os digo que las tumbas de los cardenales tienen más boato ornamental. Para terminar, tener en cuenta que este sepulcro estuvo colocado hasta mediados del siglo XVIII al pie del presbiterio entre el púlpito y el altar dedicado a Santa Catalina. En el bonete (gorro) de la figura aparece una inscripción que dice: "(...) vísperas de Santa María del año 1559"; por lo seguramente aluda a la fecha de defunción. Por tanto, nuestra figura ya sería renacentista.

3) El frente del sepulcro sería también tardogótico y por tanto, coincidente en datación con el arco superior. Este frente se halla dividido en cinco recuadros por pináculos que albergan entre sí una rica ornamentación a base de gabletes y arcos conopiales. El recuadro central, de mayores proporciones que los demás recuadros, encierra en su interior un escudo de armas sostenido por dos figuras de angelotes como tenantes. Este escudo no coincide con el del arco superior y por tanto no es de la misma familia de los Arostegi, ni tampoco de los Velasco como afirma Ybarra y Berge.

¿Quién es nuestro protagonista?

Las pistas artísticas que nos da el sepulcro y por los datos históricos que tengo recogidos, nos hacen pensar que estamos ante una reconstrucción; es decir, el arco, el yacente y el frente del sepulcro corresponderían a sepulturas diferentes; aunque el arco y el frente con cronologías artísticas muy similares y diferentes que las del yacente. El arco y el frente tardogóticas y la figura yaciente renacentista. El escudo que aparece en el arco sería de los Arostegi pero el del frente aún no lo tenemos identificado. En cuanto a la figura yaciente, probablemente sea un destacado militar o de algún canónigo eclesiástico que pudiera pertenecer a alguna orden militar, ya que las llaves entrecruzadas que aparecen en la parte frontal del sepulcro, símbolo de autoridad papal, pueden hacer recordar el carácter militar del yaciente o su adscripción a alguna orden militar. Las preguntas comienzan: ¿Puede tratarse de una reconstrucción con elementos de dos sepulturas de la misma familia? ¿La figura yacente se instaló posteriormente por algún tipo de conexión con los Arostegi?

En una de las monografías que hay sobre la historia de nuestro pueblo (C. Zabala), se alude a la posibilidad de que este sepulcro haga referencia a Pedro Ortíz de Zarate, destacado bermeotarra del siglo XVI, Caballero de la gran Orden Militar del Santo Sepulcro, amigo entrañable de San Ignacio de Loyola y asesor fundamental tanto de Felipe II como del papa Julio III, y que fundó en la villa el Hospital de Santi Spiritus. Como teoría tiene sus posibilidades, pero me faltan muchos datos para poder asegurar que se trata de una posibilidad veraz. Además, en las letras apostólicas de fundación de este hospital, firmadas en Roma, el 7 de abril de 1553, ya aparece en la orla el escudo de armas de Pedro de Zarate, y no se asemeja al que aparece labrado en la parte inferior central del sepulcro. En resumen, una obra artística que merece una visita, y que aunque no sepamos con certeza a quién se refiere la estatua, sí podemos saber que no corresponde al cardenal Hurtado de Mendoza, y al que además de adjudicársele el sepulcro, se le dedicó una calle, suprimiendo el simbólico de calle Cestería. ¡Una pena!

Para terminar, y como curiosidad que me transmite Manu Muñoa, a esta estatua yacente se la conocía en Bermeo con el nombre de 'Penabako santue'. 

Fuentes utilizadas para esta píldora: El artículo de M. Muñoa sobre la iglesia de Santa Eufemia en la revista Bermeo 2, 1982; el artículo sobre Pedro de Zarate de Pedro Anasagasti en la revista Bermeo; y las monografías sobre la Historia de Bermeo de Yradi, Zabala Otzamiz-Tremoya y C. Zabala. Bermeoko toponimia de Uriarte-Allika y la Guía de la Colección del Museo Diocesano de Arte Sacro de R. Cilla y J.M. González Cembellín. Datos extraídos del Catálogo Monumental de la Diócesis de Bilbao.

Agradecimientos: a Jesús Muñiz, Manu Muñoa y a Aintzane Mujika; y a todas y todos los que entienden que la difusión del patrimonio e historia de un pueblo también se puede realizar de esta manera. Siempre con humildad y respetando cuando sea necesario las básicas leyes científicas del respeto a la fuente bibliográfica.

Tiempo de lectura: 4' 06'' / Tiempo de elaboración de la píldora: unas 7 horas de investigación y redacción.

*Si os ha gustado compartir y difundir, y entre todas y todos hacemos más grande nuestro pequeño paraíso.

Sepulcro antes de su restauración con los alabastros ingleses sobre el arco

Sepulcro antes de su restauración

Imagen actual del sepulcro (restaurado en 2013)



Imágenes de la orla superior






Diferentes imágenes del yaciente








Angelote que porta el escudo no labrado o borrado

Esquema de la iglesia

Antiguo pórtico de entrada

Primer pórtico de entrada 

En la actualidad, ya sin pórticos modernos

Escudo de armas de Pedro de Zarate























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