TRENAK EKARRIKUEK: UNA MIRADA DESDE EL VAGÓN

Los diccionarios aluden a esta expresión: ‘Trenak ekarri(ta)koak’, como ‘insulto o apodo despreciativo hacia las personas que procedían de España’. Esta expresión o las vecinas ‘erdeldunek’, ‘kanpotarrak’ o ‘maketuek’ venían a sintetizar con matices diferentes lo mismo. Pocas palabras pero que aglutinan un inmenso contenido. Me voy a atrever a realizar un pequeño esbozo pero desde la mirada de los que vinieron con la maleta, porque tengo el inmenso privilegio de haber vivido desde dentro y desde fuera del vagón. Esa dualidad que lejos de haber roto nuestro pequeño pueblo lo ha hecho más rico, más diverso, más tolerante, más todo.

LA PRIMERA GENERACIÓN: NI DE AQUÍ NI DE ALLÍ
Corrían los años 50 cuando con la llegada del tren a Bermeo y una cada vez más rica industria y economía pesquera, originó el lógico efecto llamada que hizo que primero un miembro de la familia, después partes de familia y, finalmente, familias enteras empezasen a llegar al pueblo. No todos llegaron en tren, el autobús y los transportes particulares hicieron también su trabajo. Familias que llegaban literalmente con lo puesto: maletas, niños pequeños e incluso en algunos casos con todo el dinero obtenido por la venta de sus casas en sus respectivos pueblos. Familias que procedían mayoritariamente de Extremadura (Entrín Bajo, Aldeacentenera, La Corte, ...) y de otros puntos geográficos como Galicia o Andalucía, pueblos que en algunos casos se quedaron semivacíos; y en los que la dureza del campo y la imposibilidad de prosperar y la seguridad de un futuro incierto, les llevó, les obligó a emigrar hacia zonas más desarrolladas. Estas familias dejaban sus pueblos con dolor, con una inmensa tristeza y todavía con el recuerdo de la trágica guerra y postguerra. Años durísimos y en los que el régimen franquista campó a sus anchas infringiendo terribles castigos a la población.
Estas primeras familias se fueron estableciendo en calles del Casco Viejo (Intxausti, Juan de Nardiz...), u otras barriadas cercanas como en la Tala o en Morondo (el famoso ‘callejón’). La mayor parte trabajaba en las fábricas de pescado, en oficios de la construcción, albañilería, pintura... o en talleres del metal como Echevarria; pero todavía en la mar no, ya que la consideraban ‘lejana’.
Las relaciones sociales no fueron nada fáciles y podríamos llegar a asegurar que esta primera generación no llegó nunca a integrarse. Surgieron algunos matrimonios mixtos pero no fueron fáciles de gestionar por ninguna de las partes. Desde aquí, algunos los veían como colonos, extraños y colaboradores del régimen. ¡Fue muy difícil! Además el idioma, la diferencia cultural, y la dura dictadura no ayudaron en nada a la relajación de las posiciones.

LA SEGUNDA GENERACIÓN: COMIENZA LA INTEGRACIÓN
Hay dos factores a tener en cuenta a la hora de empezar a hablar de una cada vez mayor integración. Por una parte, los hijos pequeños o nacidos ya en Bermeo de estas primeras familias, provocó una escolarización junto con niños de familias bermeanas. Estas relaciones se produjeron mayormente en los centros escolares públicos del pueblo: Calvo Sotelo (actual Musika eskola), Sanjurjo (actual Patronato) o San Francisco (en el actual convento). Estos vínculos labrados desde la infancia originaron koadrillas en muchos casos, mixtas. Un segundo factor lo constituyó la entrada en la mar de esta segunda generación. Lógicamente, las relaciones y la convivencia social que se producen dentro de la embarcación generaron también otro tipo de dinámicas favorables a este conocimiento mutuo. Tened en cuenta que en 1969 contábamos con una flota de bajura de 247 embarcaciones y un rol de 2.335 arrantzales.
Este magma posibilitó un primer e intenso cruce cultural con numerosos matrimonios mixtos, la entrada de hijos de inmigrantes en las sociedades recreativas o ‘txokos’, o las celebraciones conjuntas de las fiestas locales.
Para que os hagáis una idea de crecimiento poblacional, si en 1950 el 84% de la población había nacido en el municipio, el 10% dentro de Bizkaia y el 6% en otras provincias. Para el año 1970, solo el 51% habían nacido en Bermeo, el 21% en otros municipios vizcaínos y el 28% en otras provincias. Este desmesurado crecimiento demográfico hizo que Bermeo experimentase en los sesenta y setenta una ampliación y expansión inmobiliaria considerable.
Los convulsos años del final de la dictadura llevó a un importante movimiento de respuesta social en el pueblo, fundamentada en la recuperación de una identidad, una cultura o un idioma que habían sido negados y prohibidos sistemáticamente. Posiblemente, algunos sectores de esta segunda generación que no entendían el idioma y no sentían todavía una identidad cultural, entendieron que esta batalla de recuperación legítima era más ajena a ellos, por lo que el elemento cohesionador faltó y con él, la fundamentación del sentimiento de pertenencia.

LA TERCERA GENERACIÓN: SENTIMIENTO DE PERTENENCIA
El importante crecimiento poblacional de la localidad junto con el baby boom de los años 70 y 80 originó la creación de nuevos centros escolares como la nueva ikastola en Arene, el colegio de San Francisco en Atalde (‘las Nacio’) o el colegio San Jose (‘los Hermanos’) en Zubiaur. Sin duda, esta nueva generación que en algunos casos va a poder realizar su escolarización totalmente en euskera logrará derribar definitivamente todas las resistencias, porque esta es la generación que siente en primera persona el sentimiento de pertenencia a un pueblo, con todo lo que ello conlleva. No fueron años fáciles, marcados por un trasfondo de enfrentamiento político-social durísimo, con la droga matando en silencio y mermando paulatinamente a una parte de esta generación, el desmantelamiento de la flota de bajura o acontecimientos dramáticos como las inundaciones del 83. A esta generación la podríamos denominar la del ‘cambio’, la que arrastró complejos y tuvo que realizar otro viaje, el de cada uno, hasta entender (en el mejor de los casos) de que lo de allá sumaba en lugar de restar. Este viaje no ha sido fácil, y a muchas y a muchos nos ha costado muchísimo realizarlo. Llegar a aceptar que un apellido tiene el mismo valor que otro con independencia de su origen, saber comprender que tú no tienes ‘ezizen’, o al menos un algo que te vincule a las raíces de este pueblo, las absurdas barreras levantadas ante el amor bajo supuestas purezas de sangre, evolucionar hasta vaciar de contenido los temidos ‘maketo’ o ‘trenak ekarrikuek’; y empoderarnos en la defensa de la cultura vasca que también nos es propia, aunque con la libertad y grandeza de defenderla desde postulados ideológicos diferentes.

LA CUARTA GENERACIÓN: CIUDADANOS DEL MUNDO
Son nuestros hijos, los hijos de todas y de todos. A esta generación ya no le correspondería realizar ningún ‘viaje’, porque ese viaje ya se lo hemos dado hecho. Serán los primeros que han adquirido el euskera antes que la lengua de sus abuelas. La generación de los ‘no outsiders’, ‘ongi etorri Errefuxiatuak’, o de los ‘YouTubers’. Es la generación que está conectada a un mundo cada vez más global, a los cambios vertiginosos, a las desigualdades sociales y económicas, pero también sin duda es la generación mejor formada y preparada, y a la que corresponderá cuidar de nuestra cultura y de nuestra lengua, dentro de un mundo cada vez más multicultural y plurilingüe; y los que con naturalidad entenderán que sus atxitxek, amumak, birratxitxek o birramunak nacieron en un precioso pueblo lejos de su Bermeo.

Recuerdo cuando mi abuela me describía su pueblo con el olor del campo en primavera, el de la tierra mojada tras la lluvia, la intensidad de la luz, en definitiva sus recuerdos... A veces me lo contaba tranquila, otras terminaba llorando; o a mi abuelo que fue de los primeros que quiso ‘quedarse’ en Bermeo en un precioso panteón mirando a la mar, y a pocos metros de mi atxitxe, el otro, el bermeotarra. La mar que para uno fue lejana y para el otro su hábitat natural; finalmente, la muerte los unió. La muerte que todo lo barre, todo lo iguala y todo lo ataja.

La primera vez que oí a alguien reconociendo públicamente a estos inmigrantes fue a Aitxe Adrian en el funeral de mi tío. A principios de los años 90 le habían invitado a visitar varios pueblos extremeños de la Tierra de Barros y contaba lo precioso que era esa tierra y lo bien que lo habían tratado. Me conmovió y me hizo reflexionar, cambiar, posiblemente madurar.

Termino con estos icónicos versos de Jon Maia, que lo resume todo.

Ama Extremadura
aita Zamoratik
abuela ta abuelo
haien aurretik
herri hontan sustraitzen
asmatzeagatik
neuk’e maita dezaket
guztien gainetik
euskaraz badakit
bertsoz darabilkit
dena zuengatik
halaxe dagokit.
Denek kantatu dute nere ahotik.

Fuente: Nuestros recuerdos.

Fotos: Os dejo unas fotos que son parte de las ‘maletas’ de estas familias, de nuestras familias.

*Si os ha gustado pues ya sabéis a compartir ..., y entre todas y todos difundimos la historia de nuestro Bermeo.
(Tiempo de lectura: 4’05’’)











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